En el pasar de estos días me he
encontrado leyendo y terminando la famosa novela de Julio Cortázar, Rayuela.
Esta es básicamente una historia sin una trama concisa (muchos pueden refutar
esa afirmación, esa es precisamente la belleza de la obra) y al puro estilo de
uno de los mejores escritores de la época del boom latinoamericano. Cortázar
nos lleva a confrontar la realidad y el sentido y, porque no, la concordancia
de los eventos. En estas últimas semanas, me siento dentro del mundo de la no
concordancia al oír las diferentes declaraciones políticas que hace meses nada
más criticaban ciertas afirmaciones y ahora parecen considerar. Algunas
personas hablaban ya de un sobreendeudamiento de los ecuatorianos, inclusive de
una burbuja inmobiliaria; y con toda seguridad se refuto esto desde Carondelet.
Bueno, y ¿ahora? Parece que ya hubo algo de preocupación. Como decía antes me
siento dentro del mundo de la no concordancia, pero por supuesto mucho menos
bello que el que nos presenta Cortázar.
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